10 mitos sobre la Arquitectura

18.06.2013 00:19

1. Éxito laboral y económico

En la calle la gente me detiene y me pregunta de sopetón: “Ustedes, los arquitectos, ganan mucho, ¿verdad?” y yo me río un rato y luego les respondo “De partida, sigo siendo estudiante. Y la respuesta a tu pregunta es No” y sigo mi marcha. Quizás el éxito laboral y económico del arquitecto sea uno de los mitos más enraizados en las personas, y con 44 escuelas de arquitectura en Chile fabricado titulados (y si usted todavía cree en los unicornios y le fascinan los arcoiris, le anuncio que la mayoría de las universidades le sacan el jugo, es decir, lucran sin importarle un carajo si después consiguen empleo) difícilmente podremos dar abasto a un mercado pequeño, pero sabrán que el mercado, invisible y muy sabio, “se regulará solo”, así que créanle a los Chicago Boys y por ahora, a ingeniárselas no más.

Fuera de webeo, sí se puede adaptarse al mercado siendo arquitecto. Costará, pero se puede.

2. Somos unos poetas del espacio

Investigar la transversalidad horizontal de la curva que acoge. Una hermosa metáfora sobre su idea de proyecto y simultáneamente un cúmulo de palabras que suenan densas, pero no significan nada. Y si bien cargamos con una ametralladora de tecnicismos, las propuestas de arquitectura -en su mayoría- son bastante más aterrizadas de los que piensa, aunque dependerá del estilo de cada estudiante y escuela.

Aunque no podemos negar que en algunos extremos, ciertas personas presentan un poema como memoria del proyecto y la gravedad es un inconveniente opcional. ¿Cachái?

3. La peor de las reglas: la T (¿cuál otra?)

Si usted ve a un tipo con boina, ¿diría que es gallego?; si usted ve a un tipo con delantal blanca, ¿diría que es médico?. ¿Sí? Bueh, la industria del entretenimiento también y se guía por prejuicios weones para representar las profesiones de los personajes de las series y películas que usted ve. Si usted ve en la serie que tanto le fascina a un tipo con un par de planos, ¿se imagina a un arquitecto? Sí. ¿se imagina a un constructor civil? También. ¿Cómo diferenciarlos? Que el tipo aparezca cargando una regla T y se tire unas líneas locas por ahí. Ah, es en ese momento donde usted dice “Ah, cacha mamá, ¡un arquitecto!”

Queremos confesarles un secreto y esperamos que no se decepcionen: ¡existen los computadores y no sólo sirven para ver pornografía, jugar Buscaminas y tasar a sus amigas/os, sino también para proyectar! Así que si piensa estudiar arquitectura, ni se le ocurra comprarse una regla T para sentirse arquitecto. O quizás sí. Los extraños pensarán “¡Mira, un arquitecto!” y los que estudian arquitectura le dirán “Mira, un aweonao que usa todavía regla T!”

4. Súper simple: hacen casas y edificios. Fin.

¿Qué hace un arquitecto? Dibuja un par de líneas en una servilleta, pasárselas a un hombre de verdad como un ingeniero, quien hará todo el trabajo pesado, y luego pedir una placa con su nombre en el frontis del edificio. Eso hace un arquitecto.

No, mentira. Y esas dos líneas anteriores es sazonarle el culo con ají a un estudiante de arquitectura, símil a susurrarles ‘Pinochet’ a los colocolinos y ‘segunda división’ a los de la Chile. Un proyecto es mucho más que eso: es consideración de variables económicas, climáticas, geográficas, sicológicas, sociológicas, espaciales, perceptuales, presupuestarias. El que diseña dibujando un par de líneas en una servilleta de la cena junto al mandante es un petulante, un starchitect y un cliché de los medios: no dormimos nunca, hemos generado una resistencia increíble al fracaso, manejamos al menos 5 ó 6 programas computacionales para dibujar planos, armar modelos 3D, generar videos de presentación y armar láminas de presentación.

5. Somos todos unos maracos.

Hay un refrán viejo como el hilo negro y que reza lo siguiente: “el arquitecto es el tipo que no fue suficientemente macho para estudiar ingeniería ni lo suficientemente gay para estudiar diseño”. Ese refrán, junto al perverso “quien te quiere, te aporrea”, son los más weones que alguna vez hemos escuchado sobre la faz de la tierra, pues la carrera no es condicionante para albergar a, segúnpalabras de algunos, “tropas de gays”. Y si bien los hay (¿y qué tanta weá si los hay?) y los porcentajes en relación al curso son mayores que en otras carreras (como le pasa a la escasez de mujeres en carreras ñoñas), hay de todo en la Viña del Señor y de hecho, arquitectura es ideal para hombres, quienes nos deleitamos con nuestras compañeras que-están-muy-ricas-y-se-visten-bacán-y-no-son-putas-como-las-de-tu-carrera-pero-no-podré-seguir-hablando-porque-puede-que-lean-esto-y-se-sientan-identificadas-de-que-están-terrible-tasadas-por-mis-amigos-y-yo.

6. ¿Y qué hago si no sé dibujar?

Me encanta arquitectura, pero no sé dibujar. ¡Estúdialo! Depende a la universidad a la que asistái, a algunas llegái directo a trabajar en el computador lo antes posible, trabajar con (si no estudian arquitectura, abténganse de leer este sermón de programas) CAD, Photoshop, Revit, ArchiCAD, 3DMax, SketchUp, Rhino, Illustrator y After Effects (acá  pueden retomar el texto, gracias), pero si les viene un apagón o están trabajando en algua comunidad pobre o en medio del desierto, no serán capaces de dibujar siquiera una línea porque nunca lo aprendieron. En cambio, otras te enseñan a soltar la mano en primer año y luego a darle con los programas y otras que aspiran a que seái un capo de la pintura, el lápiz grafito y podái presentar tus entregas finales a mano, pero no sabrán siquiera encender un computador.

En fin, es cosa de estilos (lo digo antes que se sientan identificados algunos).

7. Estudiante de arquitectura según un estudiante de arquitectura.

Otro mito, incluso fuerte dentro de la misma carrera, es el típico perfil de estudiante (y futuro arquitecto) que se viste completamente de negro (puede usar unas zapatillas de color para darle un toque especial), usa lentes de marco grueso (¿sin aumento? mejor todavía), llega con su bolso donde no le cabe nada, trabaja en su Mac (aunque no pueda cargar ni un programa), llega a la facultad en una bici vintage (porque vive al lado y no en la periferia), tenga amigos gays y en sus conceptos siempre apele a metáforas poéticas pero ininteligibles.

Ahora pensándolo bien, sí existe y se repite bastante. Ya, pasemos rápido al siguiente ítem antes que me abochorne.

8. ¿Cuánto me saldría diseñar una casa así?

De los creadores de “¿Estudíai teatro? ¡A ver, llora!” y “¿estudíai medicina? Qué bueno, porque resulta que me duele aquí y..“, llegaaaa “¿estudíai arquitectura? ¿Cuánto me costaría hacer una casa?” Sí, porque en las teleseries, películas y series que usted acostumbra a consumir, verá que el arquitecto siempre es un tipo que mueve unos planos, hace unas líneas bacanes y/o revisa maquetas. Veamos estadísticas: de todos los weones que habitamos esta tierra, hay al menos4.400.000.000 que nunca tendrán acceso a la arquitectura, como tal, y del total de arquitectos en la actualidad, sólo el 1% trabaja diseñando directamente con un mandante muy adinerado que quiere 500 m2 para su esposa, su amante, sus 3 nanas y sus dos hijos que no les sabe ni el nombre.

No, hay mucho más por hacer: concursos públicos,proyectos propios, urbanismo, economía urbana, patrimonio, diseño paramétrico, conductor de espacios televisivos, asesorías, director de obras, constructor de panales de abejas y bla, bla, bla.

9. Vivienda y Decoración, bibliografía obligatoria.

¿Han visto a algún estudiante de arquitectura leyendo apasionadamente la Más Deco de La Tercera o Vivienda y Decoración de El Mercurio? No. Y si lo llegan a hacer es porque están en primer año o están buscando un suplente cuando escasea el papel higiénico. Mientras el primero presenta un par de artículos dignos, el segundo es un catálogo de proyectos ABC1 para paisajistas, perfumistas, coleccionistas de arte, poetas, pintores y snobs, en general. ¿Es una opción válida? Pues claro, pero partan de la base de que son pasquines pensados para el mandante,  viejas que piden casas “idénticas a las que vi en la revista” y para inmobiliarios promocionando proyectos de 7.000 UF. No esperen que un debate público, acalorado y democrático salga de estas revistas, a excepción del cagazo de Boza, el sofisticado.

 

10. ¿Cuál es el décimo?

Hágannos llegar el que a su parecer es el décimo mito de estudiar arquitectura y escogeremos el mejor para incorporarlo a esta lista (tremenda weá salir escogido, dirán ustedes. Chúpenlo, diremos nosotros)

 

 

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